Leyenda de la Soledad de María
En la baja Edad Media era muy común las peregrinaciones a Tierra Santa. El monje dominico Félix Fabri, que permaneció en Jerusalén desde 1480 hasta 1483 escribió que la Virgen María permaneció en una pequeña cueva bajo el monte Calvario las 36 horas que trascurrieron desde la muerte de Jesús hasta su resurrección. Esta historia causó especial entusiasmo entre los católicos de la época que comenzaron a rendir culto a María en su soledad.
Los cristianos occidentales que visitaban la Capilla de Santa María del Calvario quedaban especialmente sobrecogidos y les causaba una emotiva emoción. La veneración por este edificio ya era lugar de veneración siglos antes de que el monje escribiera esta leyenda que aun hoy está en estudio. Los etíopes se hicieron cargo de la custodia de la misma en el Siglo XIV.
La leyenda narra que al encomendar Jesús el cuidado de su madre a su apóstol Juan, éste la conduce a una casita cercana al lugar donde está la cruz para no alejarla demasiado de su hijo y permitir que observe el desarrollo de los acontecimientos, pero a la vez extramuros de Jerusalén, entendiendo imposible su entrada en la ciudad por causa de la vergüenza de ser la madre de un ajusticiado y de la imposibilidad de que nadie quisera admitirla en su propia casa. Prosigue contando que al ver María a los santos varones José de Arimatea y Nicodemo dispuestos a bajar de la cruz el cuerpo de Cristo, corre llena de dolor hasta ellos para disponer y presidir los oficios fúnebres prescritos por la ley judía. Finalizado el entierro, se retira sola a la casita del Calvario”. (Virgen de Luto por Eduardo Fernández Merino)
En nuestro Patio de la planta baja podrás encontrar un cuadro que reproduce esta devoción mariana. Un óleo sobre cobre, de autor anónimo y perteneciente al siglo XIX. Podrás encontrarla junto a nuestra Capilla. En la pintura podemos observar cómo un ángel le hace entrega a la Virgen de la corona de espinas mientras que un gran puñal le traspasa el corazón.