LA EVOLUCIÓN DEL TRAJE DE FLAMENCA
Hoy comienza nuestra Feria de Primavera en El Puerto de Santa María y en Hotel Pinomar estamos seguros de que estáis deseando pisar albero al fin, saborear una copa de vino fino y disfrutar de la buena música y compañía. Pero no podemos dejar que os olvidéis de otro de los atractivos de la feria: los fantásticos trajes de flamenca que se ven por sus calles.
Cada temporada se sigue con expectación cuáles serán las nuevas tendencias del año en lo que respecta al corte, número de volantes o accesorios que acompañan al traje de flamenca, pero hoy nos gustaría ir más atrás en el tiempo para enseñaros cómo ha evolucionado este icónico traje a lo largo de los siglos.
El origen del traje de flamenca no está del todo definido, ya que hay varias teorías que se disputan su origen. Algunas señalan que es el resultado de la confluencia de varias culturas en esta zona del sur de España, otras que es una adaptación del traje de gitana, o incluso que este traje proviene de tiempos prerromanos.
De lo que sí que se tiene constancia es del momento de su popularización. Este fenómeno se originó en las ferias de ganado del s. XVII, donde los tratantes acudían generalmente acompañados de sus mujeres. La mayoría de estas mujeres eran de etnia gitana, y utilizaban los tradicionales vestidos de “majas”: un humilde atuendo formado por batas de percal adornadas con volantes. Más adelante, se comenzarían a añadir distintos adornos a este traje, como encaje de bolillos, piquillos, pasacintas, etc.
El traje de “maja” adquiriría un nuevo significado en la ciudad de Sevilla durante la segunda mitad del siglo XVIII. Las clases más humildes comienzan a utilizarlo como señal de su orgullo hacia sus raíces, buscando diferenciarse así de las clases más altas y pudientes. Sin embargo, tras la restauración de la tradicional feria de abril en 1846, esta búsqueda de diferenciación daría lugar a un giro irónico en la moda sevillana. El traje de gitana, defendido con orgullo por los “majos” y “majas”, fue influyendo cada vez más en la manera de vestir de las clases más acomodadas durante la feria. Entre 1890 y 1910 el traje de gitana llegó a imponerse frente a modas extranjeras, popularizándose por toda Andalucía.
En esta época el traje de flamenca adquirió la forma con la que lo conocemos ahora: corte en forma de guitarra, muy ceñido al talle, con escote redondo y falda acampanada con volantes. Se utilizaban tejidos baratos como el percal para confeccionarlos, y los diseños empleaban estampados varios, de lunares o colores lisos. Este traje se solía acompañar con un mantón de flecos o de encaje, una peineta de nácar o carey para adornar el recogido, y un pañuelo de seda de cuatro picos bordado.
En 1929, el traje de flamenca se instauró definitivamente como vestimenta oficial para acudir a la feria. A partir de la década de los 60 – en la que la gente joven lo dejó de utilizar durante un breve periodo de tiempo – esta prenda comenzó a sufrir variaciones respecto a su largura, cantidad de adornos o formas del escote a lo largo de los años.
Esta evolución constante se ha mantenido hasta el día de hoy, pero fue sin duda la creación de SIMOF (Semana Internacional de Moda Flamenca), en 1994, lo que supuso el empujón definitivo para poner en valor el traje de flamenca. Este proyecto consiguió librarlo de todos los tópicos asociados y presentarlo como una prenda versátil y en constante cambio. Gracias a esta iniciativa el traje de flamenca se encuentra muy presente en la actualidad, y las nuevas tendencias se siguen con atención cada año.
Si estáis interesados en saber más sobre la evolución del traje de flamenca, os recomendamos el libro “El Traje de Flamenca” de Rosa María Martínez Moreno, licenciada en Geografía e Historia y doctora en Antropología Social y Cultural por la Universidad de Sevilla.
Y si no tenéis tiempo de leerlo antes de venir, siempre podéis justificar vuestra visita a la feria de El Puerto de Santa María como un trabajo de investigación sobre moda flamenca. ¡A disfrutar!
Texto: Sabela Sueiras
Imágenes: diseños de Flam&Co by Violeta Monís, diseñadora portuense.